Es propio del ser humano aspirar a una constante evolución, ser mejor que ayer es la premisa con la que se educa a aquellos que esperan ser exitosos. A partir de ahí, el hombre siempre quiere ser superior al de al lado. Así nacieron las grandes rivalidades de la historia y, de forma natural, esto migró al deporte. En el beisbol venezolano hay muchas rivalidades, Caracas-Magallanes es -sin duda- la más famosa. Pero hay también una magia especial que, de unos años para acá, envuelve a Caracas-La Guaira.
Durante años compartieron el estadio de la UCV y el ambiente se volvió inigualable, la samba del litoral encontró respuesta en la siempre exigente afición caraquista. En la década pasada (2010-2020) ninguno alzó el título, pero la rivalidad se hizo fuerte y cuando ambos estuvieron listos para competir hasta el final ya el choque entre sus aficiones era electrizante.
En la 2022-2023 se encontraron en la final, la primera de Tiburones desde 2012 y la primera de Leones desde 2019. Ambos eran equipos armados para ganar y los seis choques que disputaron fueron inolvidables.
Caracas se tituló con un enorme cuadrangular de Harold Castro, que rompió la igualdad en la parte baja del inning 11. La pelota, que inicialmente parecía un foul, selló el anhelado título 21 para los Leones. “El milagro de Castro: un jonrón insólito”, así lo describió Fernando Arreaza en televisión nacional y así vivirá eternamente en la memoria de la afición venezolana.
Tiburones se recompuso, claro que sí, prometieron que esa campaña sería solo el prólogo de su ansiada coronación y así fue. En la 2023-2024 pusieron fin a una sequía de más de 35 años al vencer en cinco juegos al Cardenales de Lara. Y como si fuera poco se titularon en la Serie del Caribe, siendo el primer equipo venezolano en lograrlo desde los Tigres de Aragua en 2009.
Naturalmente, al ser los últimos dos campeones, para este nuevo año la mayoría de las apuestas giran en torno a ambos equipos. Y, aunque tuvieron comienzos muy distintos, ahora mismo -en el ecuador del calendario- son rivales directos en la apretada tabla de clasificación y cada juego es una batalla a muerte, no apta para todo el mundo.
Tan es así que en su último encuentro, el pasado jueves, vimos un festival de jonrones por parte de Leones, un par de pelotazos y como consecuencia un conato de pelea. Quizás porque dos de los cuatro estacazos fueron precisamente de Harold Castro y justamente él fue “accidentalmente” golpeado por un pitcheo descontrolado.
Evidentemente hay historia, hay cuentas pendientes.