Maduro está, internacionalmente, cada vez más aislado. La Unión Europea ha emitido prohibiciones de ingreso a otros secuaces del régimen dictatorial venezolano. A estas alturas, a pesar del despliegue diplomático ejercido, no han logrado tener seguridad de presencia de mandatarios para la supuesta juramentación de Maduro el 10 de enero, salvo de las dictaduras comunistas. Los países democráticos se niegan a legitimar el inmenso fraude perpetrado por la pandilla cívico-militar gobernante en Venezuela. Internacionalmente se conoce que Edmundo González ganó las elecciones y es el presidente legítimo. Se ha demostrado que la votación contra Maduro fue abrumadora. Por diversas vías los gobiernos de muchos países accedieron a miles de miembros de mesas, testigos y asistentes a los escrutinios, así como de componentes militares que custodiaban la seguridad de las elecciones, están al tanto de la aplastante derrota de Maduro y el holgado triunfo de EGU.
La pandilla en su desesperación, ante el fracaso diplomático de convencer que Maduro ganó las elecciones, ha ideado formas siniestras de declarar un Estado de excepción para suspender garantías y así hacer una juramentación solo con la camarilla. El criminal régimen ha provocado cobardemente al pueblo venezolano. apresando y torturando a niños, a discapacitados, a mujeres embarazadas, pero el pueblo no ha caído en la trampa. Por ello, en su nerviosismo, intentan armar problemas en las cárceles como hicieron en la de Ramo Verde, en la cual hay presos militares, e inventar una supuesta rebelión para abrir camino a la justificación de una intensa y arbitraria represión dirigida por el pandillero Diosdado, y tener excusa para una suspensión de las garantías.
Lo que sucedió en Siria ha puesto a temblar a la pandilla cívico-militar. Se sienten inseguros. El pueblo venezolano en su inmensa mayoría los rechaza, incluye todos los sectores de la sociedad (obreros, profesionales, amas de casa, pensionados, militares, desempleados). La dictadura sabe que en las fuerzas armadas hay rechazo a Maduro. Perciben que hay militares de convicción profesional que anhelan la institucionalidad. Son muchos los militares que están, in pectore, en desacuerdo con las componendas y corruptelas del Alto Mando Militar. Nunca avalarían una represión criminal masiva contra el pueblo en caso de implosión social. En estas circunstancias los militares percibirían el respaldo popular para acabar con el nefasto régimen.
Por otro lado, la presión internacional, de diversa naturaleza, contra la pandilla gobernante y sus secuaces, asegura que derrocar a la dictadura tendrá respaldo en el mundo democrático, dando apertura a ayuda para resolver los problemas más agudos que aquejan al pueblo venezolano. Un régimen que proteja la libertad y respete los derechos humanos sería un signo positivo para la ayuda e inversión extranjera. Esto lo percibe mucha gente en Venezuela. Muy sigilosamente algunos miembros del régimen y militares se han acercado a diversos países para tantear una negociación y salvar su pellejo.
Un aire de libertad es el derrocamiento de Bashar al-Assad en Siria, que confirma que las dictaduras por más terroríficas que sean, caen, se derrumban, muchos de los sicarios de esas dictaduras son fuertemente castigados por sus crímenes. Estaban repletas las cárceles del horror de perseguidos políticos, como en el caso de Venezuela.
Otro aire de libertad es lo que está aconteciendo en Venezuela. Las protestas de las madres de los presos políticos no han podido ser silenciadas y sin miedo han acudido a exigir la libertad. El pueblo ha ratificado su rechazo al gobierno y sus adláteres, al no hacer ningún caso a al llamado a elección de los jueces de paz, que era un disfraz del régimen para legitimar a los comisarios políticos. El pueblo ha profundizado su organización, ya no en comanditos, sino en órganos para luchar por la libertad. Una manifestación de esto es las pintas que han aparecido en las barriadas y en muchas ciudades, evadiendo el control policial y de los colectivos.
Otro aire es que los días navideños afianzan la idea de que la paz y la libertad deben ser metas primordiales de los seres humanos. Tenemos el antecedente que el dictador militar de los cincuenta impuso un inmenso fraude plebiscitario, teniendo como respuesta el repudio popular, que condujo al derrumbamiento de la dictadura y la huida del dictador y principales cabecillas.
Maduro y sus secuaces están al día de la abominación que tiene el pueblo venezolano sobre su mandato. Día a día crece más la aversión popular contra su presencia. Saben que no es descartable una intensa, profunda y permanente protesta popular que fragmentaría seriamente el apoyo de las fuerzas armadas. El futuro de libertad y de Venezuela está en juego y la sociedad venezolana apuesta a la libertad. La Navidad nos brinda las esperanzas de estar libres en 2025.
Feliz Navidad y Feliz año en libertad.
¡Hasta el final!
Rodrigo Rivera Morales es doctor en Derecho Constitucional y Derecho Procesal. Correo [email protected]
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