Elegancia, categoría y excelencia son tres de las palabras que definen a Luis Aparicio Montiel, el dos veces número uno del beisbol venezolano.
Gracias a la magnífica impronta que dejó en cada parque de pelota en el que jugó no solo a nivel profesional sino amateur, se ganó el derecho de ser celebrado durante un día. Ese es el 11 de noviembre; en referencia a su mítico número, retirado por los ocho equipos de la LVBP y por los Medias Blancas de Chicago.
Don Luis estaba destinado a nunca ser «segundo de nadie» y eso fue lo que sucedió. Desde su llegada al mejor beisbol del mundo -después de forjarse una granada reputación en la pelota amateur y profesional de Venezuela-, se hizo sentir con su velocidad y habilidad para jugar el campocorto; una posición que ya había hecho famosa Alfonso «Chico» Carrasquel entre los jugadores venezolanos.
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Incluso, era «Chico» el torpedero titular de los ‘patiblancos’ antes de la llegada de Luis Aparicio. Por lo que, de algún modo fue como un paso de antorcha parecido al que su padre le hizo aquel 18 de noviembre de 1953 donde le entregó el guante durante su debut profesional en Maracaibo.
Se estableció por su multidorada defensiva
La elegancia del «Pequeño Louie» incluyó 8.016 asistencias y 4.548 outs realizados en 2.581 juegos en su posición. A la hora de su retiró, se fue como el jugador con más desafíos en el campo corto. Su categoría lo hizo ganar nueve guantes de oro; la segunda mayor cantidad para un venezolano en las Grandes Ligas -solo superado por Omar Vizquell-. Su excelencia lo llevó a cometer apenas 366 errores 22.408,2 innings defendidos como torpedero.
Todo ello por supuesto confluyó; tras 18 temporadas como ligamayorista activo, en haber sido seleccionado en 1984 con el 84.6% de las boletas, para ser integrante del Salón de la Fama de Cooperstown. Es hasta ahora el primer y único venezolano. Y, en ese entonces, el tercer latino detrás de Roberto Clemente (1973) y Juan Marichal (1983) con un nicho en el templo de los inmortales
Cabe destacar que el Día de Luis Aparicio fue instaurado el 11 de noviembre de 2011. Ello, gracias a un decreto del entonces gobernador del estado Zulia, Pablo Pérez Álvarez. Desde entonces, la celebración se ha extendido a todo el territorio nacional, siendo llevada por la entrega que reflejaba el nacido en Santa Lucía (Maracaibo) cada vez que pisaba un parque de pelota y el posterior legado que dejó en la pelota criolla.
