La debacle que vive el país requiere que se privilegie a los sectores populares, que son los más afectados por la crisis
La situación que vive Ecuador con los apagones es tanto o más grave que la que afrontó por la pandemia de covid. Y son, una vez más, las clases más necesitadas las que resultarán más golpeadas por esta nueva crisis. Pequeños negocios, profesionales, artesanos, informales y hogares de barrios populares, que subsisten día a día con los pocos ingresos que logran en cada jornada, no serán capaces de remontar las pérdidas sostenidas que los cortes de energía están provocando. Y mientras esta batalla diaria de supervivencia se libra, mientras quiebran empresas, mueren enfermos y padecen situaciones extremas quienes dependen de concentradores de oxígeno, de dializadoras, de medicinas que requieren refrigeración permanente, la Asamblea dio prioridad a un juicio político antes que a tratar con urgencia la ley energética.
La debacle que vivimos requiere, de parte del Legislativo, que hoy dé paso a una ley que de inmediato viabilice la participación de la inversión privada, con las garantías de pago que ello demanda y sin trabas; y que el Ejecutivo priorice la provisión de energía eléctrica a los sectores populares, dándoles más horas de luz, apelando a la solidaridad de quienes tienen una situación económica más holgada.
Es momento de una tregua para el país, una que ponga en pausa a la politiquería, a los egoísmos e incluso a las extorsiones.